A imagen de Dios
Por Aarón A. Menares Pavez©
El origen de la humanidad se
discute en dos veredas que parten de cosmovisiones totalmente distintas. Para muchos este origen es producto de la
casualidad y de acciones puntuales que se estructuraron por el pasar de los millones
de años; dando como resultado la vida tal cual la conocemos hoy.
Por el otro lado estamos quienes creemos que la vida no es producto de
esta casualidad, sino que de intervención divina. Sin embargo también hay división entre los
creacionistas, a causa de la información científica sobre la edad de la tierra,
algunos dan una interpretación que distingue entre Génesis 1:1 y 1:2 un tiempo,
en el que posiblemente hubo vida y que se extinguió, antes de la creación de
Adán y Eva, esta teoría es conocida como del lapso, y de esa manera se podría –según
señalan- explicar los millones de años que la ciencia moderna informa sobre la
edad de la tierra.
Finalmente estamos los creacionistas que aceptamos la veracidad del relato de Génesis y asumimos
que no es ni alegórico ni representativo, sino que el relato es exacto sobre lo
que aconteció en la primera semana, conocida como la semana de la creación.
Es muy importante lo que entendemos y creemos al respecto, porque eso
va a determinar lo que creamos será nuestro futuro. Por ejemplo, no podríamos pensar que la
muerte vino antes de la introducción del pecado de Adán en la tierra, porque
allí vino la promesa mesiánica en cuanto a la salvación (Génesis 3:15). La Biblia señala que tanto la muerte como la
maldición a la humanidad y la naturaleza vino como producto de la desobediencia
de Adán (Génesis 3:14-19; Romanos 5:12). Este es un argumento importante para asumir
que antes de esa semana de la creación, no hubo vida en la tierra, sino que
estaba como dice el relato bíblico que la tierra estaba “desordenada y vacía”
(Génesis 1:2).
Por otro lado, si la vida es producto de la casualidad y lo que somos
ahora es porque todo se organizó por el azar adecuadamente; entonces no
podríamos hablar de un plan de salvación, porque no existiría el pecado o el
mal como lo describe la Biblia y no necesitaríamos un Salvador, aun más nuestra
esperanza sólo radicaría a la vida que vivimos en el presente y no podríamos
pensar en la resurrección y vivir por siempre en una tierra renovada.
La evolución ha tratado de explicar tanto el origen como la
conformación de la vida como es ahora, sin embargo no pasa de ser una teoría
inexacta, llena incluso de mitología. La
evolución señala que compartimos información genética con el mono, por ejemplo,
sin embargo también compartimos información genética con el ratón; pero nadie
dice que los ratones son nuestros antepasados.
Lo que los evolucionistas no pueden justificar es ¿en qué punto el simio
pasó a ser humano? Ese punto intermedio
no ha sido comprobado, ya que los supuestos eslabones encontrados, con el
tiempo han sido explicados y no constituyen validez para ser considerados como
la respuesta a esta interrogante. Creemos que jamás se encontrará porque el
mono y el humano fueron hechos por un mismo creador, pero con características y
funciones distintas.
Origen divino
El relato de Génesis tanto en el capítulo 1 y 2 entregan detalles
importantes sobre cómo fue creado el hombre, “entonces dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… y creó Dios al hombre a
su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó” (Génesis 1:26,
27). “Entonces Jehová Dios formó al
hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el
hombre un ser viviente” (Génesis 2:7). Toda lo que se creó en esa semana, según la descripción de Dios fue bueno y en gran manera (Génesis 1:31), eso incluía a Adán y Eva. Ahora, si la primera pareja humana fue creada la misma semana junto a todos los seres vivos, tanto animal o vegetal, e incluso el mismo día de los mamíferos, no lo hace igual al resto.
El relato distingue que exceptuando a Adán y Eva, Dios ordenó y
existió, sin embargo Adán fue formado del polvo de la tierra y Eva de una costilla
de Adán. Eso requirió un valor agregado
y una especial atención por parte de Dios de cercanía y delicadeza para con la
humanidad. Dios debe haber gastado un
tiempo de ese día viernes en formar con sus manos a los que conocemos como
nuestros primeros padres, eso es maravilloso, por lo que significa la grandeza
de Dios y su especial interés en cada uno de nosotros. Si Dios se dio el ‘trabajo’ de atender
personalmente la creación del hombre explica también todo su esfuerzo en
otorgar un medio de salvación con el fin de darnos la oportunidad de vivir como
siempre Él lo deseó para la humanidad.
Imagen de Dios
Como el texto señala somos imagen de Dios (1:26), aún con una
naturaleza con serias desventajas como lo es la naturaleza pecaminosa. A diferencia de los otros seres, el hombre –y
la mujer-, es capaz de tomar decisiones lógicas y racionales. Es verdad que algunos animales pareciera que
toman decisiones, estas están coordinadas instintivamente. Su cercanía con el hombre permite incluso que
algunos animales pareciera que llegan a tener un comportamiento casi humano,
pero eso se debe sólo a su relacionamiento con el hombre. Los animales rinden homenaje al hombre y
dependen de él, porque el hombre fue puesto como administrador de toda la
tierra y de toda la creación, esta función fue entregada incluso antes del
ingreso del pecado (1:26), como una autoridad y protección que lo asemejaba en
imagen al Creador, era literalmente el representante de Dios sobre toda la creación.
Esta última virtud ha sido mal utilizada por la humanidad por la
destrucción del medio ambiente, cuando Dios se le entregó en custodia y
resguardo.
La característica del ser humano en razonar y tomar decisiones que los
diferencian de los otros seres creados, es una de los elementos característicos
como imagen del creador. Adán se
distinguía entre toda la creación, era “hijo de Dios” (Lucas 3:38).
No es un secreto como hemos señalado, que la imagen de Dios en la raza
humana fue intervenida a causa del pecado.
No sabemos cuánto tiempo los primeros padres disfrutaron de la vida sin
el pecado. La Biblia no detalla en
cuanto a cantidad de tiempo antes del pecado,
pero posiblemente sí deben haber disfrutado en ese estado de santidad, más que
ese primer sábado. Por ello es que fue
tan difícil para Adán y Eva enfrentar la nueva vida en desventaja y observar
con mucha tristeza las consecuencias de su pecado.
Naturaleza pecaminosa
Si bien es cierto que los humanos somos imagen de Dios, en el estado
pecaminoso esa imagen ha sufrido una nebulosa a causa de la presencia del
mal. Al pecar el ser humano fue afectado
de manera incluso genética, sus virtudes naturales fueron disminuidas, tanto
que ya no podría seguir viviendo por siempre.
La naturaleza pecaminosa impide hacer la voluntad de Dios, así lo
declara Pablo (Romanos 7:15), reconociendo que existe una desventaja inherente que
nos conduce hacia el mal y no para el bien.
Esta característica por supuesto que disminuye la imagen de Dios, aunque
no la elimina. De esta manera somos
nosotros, los que podemos si lo determinamos permitir que un poder superior
actúe en nuestras personas y anular los efectos del pecado.
La estrategia divina de salvación sólo puede ser efectiva, si nosotros
lo aceptamos. Nadie puede salvarse por sí
mismo, o por sus propios medios; necesitamos de una ayuda extra y sobrenatural.
Pablo también entrega orientación para encontrar la solución, él asume
que nacemos con un problema espiritual; nacemos muertos espiritualmente y por
ello es que el apóstol tomando las palabras que Cristo le dijera a Nicodemo,
sobre el nuevo nacimiento (Juan 3:3), nos dice: “de modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas” (2Corintios 5:17).
Esto es una buena noticia para todos quienes a pesar de compartir una naturaleza en desventaja, y que aun continuamos siendo imagen de Dios. Dios ha establecido un plan de regreso el que involucró la vida de Dios hecho hombre, en la persona de Jesús y abrir la esperanza para que quien lo acepta puede regresar al origen. Ese origen tiene que ver con el hombre que salió de las manos del Creador en Edén, por ello la estrategia redentora, busca rehacer y restablecer la imagen de Dios en cada uno de los hijos de Dios.
En este contexto los cristianos esperamos que Jesús regrese por
segunda vez, ahora sin relación con el pecado (Hebreos 9:28) para salvar a
quienes lo aceptemos como Salvador y Señor. Allí seremos transformados en un
abrir y cerrar de ojos (1Corintios 15:51,52), y entonces regresaremos a nuestro
origen junto a Dios.
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