domingo, 30 de septiembre de 2012

El origen de la lucha espiritual y del conflicto entre el bien y el mal

El origen de la lucha espiritual  y del conflicto entre el  bien y el mal
Pr. Aarón A. Menares Pavez

 
Explicar el mal en nuestros días cada vez se hace más difícil a causa de una sociedad que no es consciente sobre lo que es pecado y sus consecuencias; eso trae como consecuencia que muchos no tengan la necesidad del perdón y por supuesto en aceptar a un Salvador como Jesucristo.

La historia, la antropología, la sicología y por supuesto la religión han intentado explicar lo que significa el mal y su consecuencia más básica como es el pecado.  La literatura lo ha expresado a partir de la magia negra como el caso de los escritos de Tolkien y en fábulas incluso acercándose a la teología como es el caso de S.S.Lewis, o la famosa serie de La guerra de las galaxias. 

Lo que muchos desconocen es que lo ocurrido cuando se originó el pecado se repite en la vida de cada hijo de Dios.  Así como dicho evento logró cambiar la historia apacible y pacífica en todo el universo y se inició una batalla tan grande que incluso hizo que el Hijo de Dios muriera vilmente en una cruz; también se libra una batalla en la vida de cada una de las personas que habitamos en este mundo.

El mal y el pecado tuvieron su origen en el cielo y en un ángel perfecto llamado Lucifer, quien se reveló, y tomó una posición contraria a los designios de Dios (Ezequiel 28: 16-19; Isaías 14:12-14).  Posiblemente  nos sea difícil comprender lo que allí ocurrió a causa de la distancia enorme en tiempo y también a causa de la pecaminosidad que compartimos todos, sin embargo lo que allí aconteció cambió el rumbo de la historia para siempre.

Este aspecto se hace muy necesario comprender a la hora de tomar decisiones en cuanto a nuestra vida como cristianos, porque la estrategia satánica no cambia; sigue siendo la misma y en la que millones son controlados y así evita que el triunfo de la cruz sea efectivo en la vida de quienes se someten a él. 

¿Qué hizo caer a Lucifer?
Elena White señala que hubo tres cosas que acontecieron con Lucifer, primero albergó “el deseo de ensalzarse”, segundo “se aventuró a codiciar el homenaje que sólo se debe al Creador” y “trató de obtener para sí mismo el servicio de lealtad de ellos -los ángeles-” (Patriarcas y Profetas, 13,14).  Si consideramos el actuar de Lucifer, podríamos entender muchas de las cosas con las que él ahora como Satanás hace caer a los hijos de Dios.

La Palabra de Dios nos informa que hubo una guerra literal en el cielo (Apocalipsis 12:7-9), esa guerra no ha concluido, aunque la cruz es una especie de certificado de triunfo para los que aceptan a Jesús y un certificado de defunción para los que definitivamente no lo aceptan.  La guerra por el bien y el mal ha tenido distintos ribetes, tanto en el cielo como en la tierra, ha sido descarnada, y todo por la arrogancia de uno que quiso tomar el lugar de Dios. 

Satanás a través de los tiempos ha utilizado poderes políticos para destruir físicamente a los seguidores de Cristo, y sabe que lo que aconteció en la cruz es el cumplimiento de la profecía de Génesis 3:15, que anunció su derrota y finalmente su extinción que ocurrirá al fin de la historia de la redención.

Hoy deberíamos tener cuidado con teorías que permean incluso la mente de un cristiano, no se olvide que Satanás, -que sabe que está perdido-, dedica todo su tiempo y esfuerzo en hacer que las personas,- incluso los cristianos-,  se pierdan también.  Por ello utiliza la misma estrategia desde siempre, porque sabe que los seres humanos somos factibles de engañar a causa de la autosuficiencia.

El gran problema de nuestra sociedad es que ha dejado a Dios a un lado y ha establecido un camino viable a la autoconservación y en su búsqueda de respuestas, se siente satisfecho por sus logros y por las respuestas que la experiencia y lo empírico le da, alejándose cada vez más de la fe.  En otras palabras, esta acción es de independencia, similar a la de Satanás cuando se reveló en el cielo, algo totalmente contrario a lo que Dios desea para sus hijos, Él espera una rendición total y absoluta y una total y absoluta dependencia.

Por esto es que incluso los valores y estilos de vida cristianos, cada vez son menos preciados y considerados incluso ‘atentatorios’ con las libertades de las personas, el mismo argumento de Lucifer en el cielo.  Por ello es que me atrevo a señalar que existe una ausencia de la conciencia sobre lo que es pecado y lamentablemente esta ausencia incluso esta permeando la conciencia de quienes nos consideramos cristianos, sistematizando lo que es bueno y lo que es malo, dejando a un lado lo que Dios ha señalado en su Palabra.

La lucha por el bien y el mal se libra en cada uno, es invisible, pero es sorprendentemente fuerte.  Pablo lo señala de manera muy clara, describiendo el conflicto como una lucha que no es “contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6: 12).

El apóstol tenía muy claro lo que acontecía porque el mismo había tenido que enfrentar el poder diabólico en su ministerio, sin embargo también dio testimonio de los triunfos gracias al poder de Dios actuando en su vida. 

¿Cómo vencer?
Generalmente las batallas tienen un ganador y un derrotado.  En lo que se refiere al aspecto definitivo Cristo ha ganado la batalla, Él mismo lo dijo describiendo su misión en la tierra, “para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1Juan 3:8), es decir Satanás ha sido derrotado y espera que su condena sea efectiva cuando Dios termine por completo con el pecado (Apocalipsis 20:10). 

El gran tema es ¿cómo podemos librar la batalla y salir victoriosos? La respuesta no pasa por nosotros a menos sólo por un aspecto que es la rendición y la aceptación de Cristo como Salvador.  Lo primero a considerar es que el tenor de la batalla no es físico sino espiritual y por lo tanto las fuerzas en combate son sobrenaturales, por lo tanto desde ese punto de vista, no estaríamos en condiciones  de enfrentar con nuestras fuerzas el embate de la batalla. 

¿Cómo entonces podemos salir victoriosos?
La única manera en que podemos librar exitosamente la batalla en medio del gran conflicto entre el bien y el mal es depositando toda la confianza y seguridad en los méritos de Cristo.  Así como la promesa mesiánica en Edén sobre el triunfo de Cristo en la cruz (Génesis 3:15) se ve reflejada en sus palabras: “porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16). Allí es donde radica el éxito sobre el mal, aceptando primero el sacrificio sustitutivo de Cristo y recibiéndolo como Salvador.

En este sentido la vida cristiana debería experimentar un crecimiento ‘en Cristo’ y no en nuestras fuerzas.  Este crecimiento que se edifica en un triunfo diario en el conflicto entre el bien y el mal y allí  cobra fuerza la acción del Espíritu Santo en la mente de quien le permita actuar, fortaleciendo y entregando herramientas para el triunfo, por ello es que Pablo dice que ya no vive él sino Cristo (Gálatas 2:20) y por ello nos anima a seguir su ejemplo en fortalecer nuestra vida cristiana en Cristo (Filipenses 4:13).

Al finalizar no podemos olvidar que es imposible vencer esta lucha espiritual sobrenatural sin un poder espiritual sobrenatural; para ello es indispensable la oración que nos pone en comunión con Dios y nos hace dependientes de Él y el estudio de la Biblia que permite atender las indicaciones de parte de Dios para nuestro diario vivir, porque con Cristo somos más que vencedores (Romanos 8:37).

 

 

 

 

 

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