miércoles, 2 de mayo de 2012

Formando nuevos discípulos


Formando nuevos discípulos
Por Aarón A. Menares Pavez©

Los resultados misioneros de la iglesia son fruto de dos cosas, primero un arduo trabajo y segundo una dedicación a la influencia del Espíritu Santo, quien atrae a Jesús a los nuevos creyentes.  Sin embargo Dios espera que los que somos parte del cuerpo de Cristo, cumplamos nuestra parte en su misión.  Por ello, los resultados, estarán relacionados directamente con la siembra que se haya realizado.

En este proceso, la formación de nuevos discípulos se hace indispensable.  Un discípulo es más que un miembro porque se identifica con los mandatos misionales de su maestro.  Por esto es que cuando consideramos el mandato de Jesús de Mateo 28: 18,19, debemos recordar que la indicación de bautizar, enseñar y hacer discípulos es continua y permanente.

Así como hemos señalado anteriormente que cada miembro es un ministro (ver primer comentario de este trimestre), cada miembro debe ser un discípulo.  Este proceso de aprendizaje y crecimiento es necesario y nos entregará una iglesia más dinámica e identificada con su mensaje. 

Iniciando el proceso
Debemos ser cautos y especialmente delicados a la hora de presentar la verdad.  Sé que hay algunos hermanos bien intencionados que en la primera instancia presentan los mensajes más duros de nuestra doctrina, casi dejando con espasmo a los nuevos creyentes.  Esta estrategia no es la mejor, porque si bien es cierto, posiblemente un porcentaje menor podría aceptar el mensaje y quedarse en la iglesia, posiblemente en su vida de discípulo dará más importancia a temas fuertes como las profecías por ejemplo y no considerará otros aspectos del evangelio tan importantes como el perdón de los pecados y la nueva vida en Cristo.

Por ello es que la indicación bíblica pone orden en la secuencia de crecimiento en el conocimiento de los nuevos conversos.  En una primera etapa, hay que integrar a los nuevos creyentes a la iglesia.  Esto involucra una red social que bien pueden ser los grupos pequeños, este aspecto es muy necesario porque son muchos los que llegan a la iglesia y se van porque no encuentran amistad y cariño; necesitamos establecer un ambiente atractivo, dinámico, amable, honesto y cariñoso.

La atención y dedicación a los nuevos conversos puede realizarse determinando que otro hermano o hermana, sea su apoyo de oración y de trabajo misionero.  Personalmente he sido compañero de oración en un determinado horario con algún hermano.  Cada cierto tiempo, nos encontramos y conversamos sobre cómo ha sido su vida y si ha habido un crecimiento en Cristo.  Esta conversación también puede hacerse por teléfono e incluso por mail personalizado.

La segunda etapa que está muy cercana a la primera está relacionada con la capacitación.  Los nuevos creyentes tienen que ser capacitados por lo menos en dos áreas. 

La primera es la doctrinaria.  Esta área es indispensable porque formará al nuevo creyente en lo que será su filosofía de vida.  Algunos quedan sólo en la primera etapa –de leche- y se logra tener personas que son miembros de iglesia, pero que desconocen lo que creemos.  Sin embargo si gastamos tiempo en fortalecer el curso bíblico inicial podremos con la ayuda divina hacer que nuestra iglesia crezca no solo en nuevos miembros sino que estos comprendan cabalmente la doctrina y el estilo de vida que profesamos. 

La segunda es misional.  Esta área también es muy necesaria y se liga con la primera, porque es un deber, un mandamiento de Jesús el compartir nuestra fe.  Si capacitamos en esta primera etapa a los conversos en los distintos ministerios podremos tener iglesias vivas y autodependientes en cuanto al liderazgo.  Esta es otra faceta que está en deuda, porque las personas ingresan a la iglesia y llegan a escuchar lo que lideres que llevan años enseñan.  La idea es formarlos para que  se dé inicio inmediatamente a un liderazgo espiritual entre los hermanos.

El discípulo crece
Necesariamente debemos considerar una ruta adecuada para fortalecer el crecimiento del nuevo discípulo.  El ejemplo de la iglesia en Corinto nos señala lo que sucedía con ellos en cuanto al poco crecimiento espiritual.  Su problema es que se habían quedado con la primera intención y no habían fortalecido su compromiso total con Dios (1Corintios 3:1).  Al igual que en la alimentación a una persona, un bebé no se alimenta como un niño y esta último como un adulto.  Es necesario diferenciar las etapas y el tipo de alimento doctrinario a seguir.  Los creyentes necesitan recibir alimento de acuerdo a su etapa, si nos damos vuelta en los mismos temas y no profundizamos jamás seremos discípulos calificados para enfrentar los desafíos de la vida cristiana.  Les sucedió a los propios discípulos, ellos no fueron capaces de enfrentar desafíos difíciles hasta cuando estuvieron preparados, y hablamos de los discípulos de Cristo, que más para nosotros ahora.

Necesitamos establecer en nuestras congregaciones un plan de discipulado que sea capaz de fortalecer la vida cristiana de cada miembro y de prepararlos para el trabajo y la actividad misionera.

Confrontados a una nueva verdad
Todo cristiano sincero y honesto verá transformada su manera de ver la vida cuando se encuentra con una nueva verdad para su vida.  Esto debe ser una experiencia no solo en la primera etapa sino que siempre.  Dios siempre está actuando en la vida de sus hijos y conduciéndolos en el camino de la salvación; siempre nos revela nuevas verdades para nuestro crecimiento.

Jesús señaló de sí mismo como la verdad (Juan 14:6), por lo que todo el que se encuentra con Él no puede continuar viviendo a la manera que antes lo hacía.  Es imposible no hacer cambios, porque nos confrontamos con una verdad que nos exige tomar una determinación.  ¿Recuerda haber experimentado esto alguna vez en su vida como hijo de Dios?  Los nuevos creyentes también son confrontados con verdades que hasta antes estaban escondidas, por ejemplo el sábado.  El sábado es una verdad indiscutible, sin embargo millones de buenos cristianos no se han confrontado con el mensaje adecuadamente, pero cuando esos nuevos cristianos se enfrentan con esta u otra verdad, deben tomar una decisión.


Sembrar para cosechar
La iglesia tiene el deber de cumplir la misión de Cristo.  En este sentido debe sembrar para poder cosechar.  En este sentido no podemos olvidar que quien hace la obra más difícil y complicada es el Espíritu Santo, porque es Él quien convence de pecado y conduce al pecador a Cristo.  También es quien nos ayuda en la formación de nuevos líderes.

Lo que debemos comprender es que la iglesia debe trabajar y sembrar; compartir su fe.  Esto se hace a través de las distintas estrategias tales como contactar nuevos nombres, dar estudios bíblicos e involucrar a los estudiantes en los grupos pequeños.  En la medida que exista una mayor cantidad de interesados, la cosecha será más abundante.  Por ello es necesario que cada miembro -que es un ministro-, aporte en la testificación con su don, para que sean muchos los nuevos discípulos que serán fortalecidos con nuestro apoyo y por el poder divino, que es el capacitador por excelencia.  

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