miércoles, 6 de julio de 2011

La adoración; Dios y el hombre pecador

La adoración; Dios y el hombre pecador
Por Aarón A. Menares Pavez©
Profesor de Teología Universidad Adventista de Chile

Hay dos elementos a considerar en el tipo de relacionamiento entre Dios y el hombre. Ponemos el acento en que este relacionamiento es entre Dios y el hombre y no viceversa; porque siempre es Dios quien de manera insistente busca a la criatura. En esta diferenciación habrá que considerar también que el hombre es criatura, hechura de Dios y por lo tanto queda en una situación de dependencia. A decir verdad todas las criaturas están en la misma situación, por lo que las órdenes angelicales también dependen del mismo Dios creador (Apocalipsis 4 y 5).

Por otro lado y aquí sí hacemos la diferencia con los ángeles y otras criaturas en el universo es lo que tiene que ver con una separación natural, pero adquirida por nuestra raza humana; que hace a la vez imposible que la relación o comunión con Dios pueda ser expedita. La separación natural entre el hombre y Dios radica en la condición pecaminosa que caracteriza a todo hijo de Adán. Por lo que el pecado impide una adoración aún más fluida con quien es el Todopoderoso.

Adoración reconociendo condición
El relato del libro de Éxodo, a todas luces es una enseñanza no sólo sobre cómo los hombres tendrían que acercarse a Dios, sino que también presenta una cantidad de elementos que deberíamos considerar para nuestros días. Éxodo es un libro cuyo contenido hace la diferencia de la vida de Israel en Egipto y como contraparte su libertad conseguida gracias a un hecho sorprendente (Éxodo 14:13). En ese camino, Dios se revela sorprendentemente y les enseña a adorarle. En esta adoración se puede identificar claramente al ser a adorar y por el contrario quienes son los adoradores. Dios los ha sacado con mano poderosa de, la esclavitud, escuchó el clamor (Éxodo 3:7; 14:31), y determinó librarlos de la esclavitud. También desea establecer una distancia marcada con los dioses de Egipto y los de aquellos pueblos paganos que circundaba a Israel en medio del desierto. “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mi” (Éxodo 20:2,3).

Dios en medio de la zarza
En el llamado hecho a Moisés, cuando Dios se le aparece en medio de una zarza (Éxodo 3), es visible la diferenciación entre el ser pecador y el santo. Moisés debe detener su paso y no solo eso, debe quitarse las sandalias, porque el lugar donde está es santo. La orden provino de Dios (v.4); por lo tanto Moisés debía manifestar el respeto y humillación requerida para un pecador que está frente a Dios. Dios es santo y como tal aborrece el pecado, es fuego consumidor (Hebreos 12:29), por lo que nadie es capaz de mantener dignidad frente a Él. Este encuentro sirvió para que Moisés comprendiera el carácter sobrenatural de Dios y a la vez la fuente de poder que lo capacitaría para enfrentar el desafío de sacar a Israel de la esclavitud; claramente es una fuerte ilustración para quienes hoy buscan sacar adelante empresas donde el nombre de Dios debe ser honrado, por ejemplo la evangelización, a Zacarías el Señor le señaló que este tipo de tareas sólo puede realizarse con el Espíritu y no con fuerza humana (Zacarías 4:6).

Moisés como pecador, necesita del sustento del Santo y Todopoderoso, Moisés es incapaz de cumplir con su misión, a menos que Dios vaya con él. En la actualidad, son muchos los cristianos que buscan un encuentro personal e íntimo con Dios, sin embargo no consideran los requerimientos básicos para que ésta pueda fluir adecuadamente. Para una comunión adecuada hay que considerar nuestra condición de criatura pecaminosa y la santidad de Dios. Dios no es igual al hombre, por mucho que hayamos sido creados a su ‘imagen y semejanza’ (Génesis 1:26), por lo tanto el hecho de mirar con reverencia nuestra posición frente a Dios, puede ser un elemento positivo a la hora de intentar buscar la comunión con Él. Es verdad que a nadie hecha fuera (Juan 6:37), pero quienes le buscan deben hacerlo en reverente y santo temor.

Solo Dios es Dios
Parece extraña esta declaración, porque Él es Dios, sin embargo una vez que Dios sacó a Israel de Egipto, era necesario hacer la diferencia. Los israelitas estaban acostumbrados al estilo de vida en Egipto y a su culto. Por lo que podemos ver a través de la historia cultica de Egipto, es más que probable que Satanás se manifestó notoriamente en medio de ellos. Por esto es que Dios en más de una ocasión les hará el llamado a la fidelidad y a la diferenciación de Dios por sobre todos los dioses a los que de una u otra manera estaban acostumbrados. Este es uno de los objetivos de los primeros mandamientos; Dios busca y espera la fidelidad de su pueblo. “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza… no te inclinarás… ni las adorarás” (Éxodo 20:3-5).

Es un mandamiento divino relacionado con la verdadera adoración. Permítame un comentario al respecto. Si bien es cierto que hoy no tenemos una cultura pagana como la que debió enfrentar Israel en ese tiempo; sin embargo el paganismo del secularismo es una realidad que atenta a nuestra fidelidad a Dios. Son muchos los dioses contemporáneos a los que los hombres les rinden con devoción su vida.

En primer lugar podemos incluir en un listado sugerente el amor al dinero. Esta es una clara posición contraria al amor a Dios. El dinero en sí no es malo; lo malo está relacionado con el lugar en el que lo situamos. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a avanzar por amor al dinero? ¿Puede ser vulnerado un principio con el fin de alcanzar metas financieras? Lo mismo puede ser aplicado a otro tipo de experiencias en donde un principio puede ser vulnerado por causa de una necesidad o logro profesional o en el caso de los estudiantes, académico.

Otro elemento que bien podríamos incluir en este listado tiene que ver con los pecados de tipo sexual. Nuestra sociedad ha liberado todo tipo de prácticas que la Biblia considera erradas. Digamos que la promiscuidad sexual, el homosexualismo, tanto de hombre con hombre o mujer con mujer, la infidelidad que incluso nuestra sociedad ha liberado de cierta culpa, otorgando un tipo de liberalidad en cuanto a si la relación no funciona; entonces hay que terminarla, e ir en la búsqueda de la compañía adecuada con el fin de acceder a la felicidad. Pablo describe este tipo de prácticas y las define como idolatría: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, paciones desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría (Colosenses 3:5). Es posible que los jóvenes de hoy incluso no tengan conciencia sobre estas cosas. Es común y habitual entre los jóvenes la exploración sexual a corta edad, muchos de ellos no adquieren conciencia y diría el placer sexual queda remitido a una experiencia frustrante que se distancia de un ideal, por experimentarla de manera anticipada. Hoy incluso la capacidad de asombro queda remitido a situaciones demasiado importantes y traumantes, como el homicidio o las grandes catástrofes, pero, somos insensibles ante la arremetida social que casi impulsa a nuestros jóvenes a llevar una vida promiscua a la que no consideran las consecuencias que ese tipo de vida trae en el presente y traerá en el futuro.

La Biblia es clara y normativa en este tipo de cuestiones, por lo que podemos visualizar todo tipo de idolatría moderna. No necesitamos estar frente a un ídolo con aspecto humano, de aves, de cuadrúpedo o reptil (Romanos 1:23), para saber si estamos frente a un ídolo. Los ídolos modernos apelan a lo mismo que apelaban los de antaño, en primer lugar son un elemento de separación del hombre criatura con Dios, y, en segundo lugar los ídolos modernos también apelan a la sensualidad y el egoísmo. Por lo tanto el mandamiento divino es válido también para los creyentes de hoy.

Adorar por un intermediario
Después de estar Moisés con Jehová en el monte y recibir los Diez Mandamientos, descubre la gran apostasía a la que el pueblo de Israel había llegado luego de creer que su líder ya no regresaría. ¿Qué aconteció aquí? Israel no buscaba adorar a otro Dios, lo que hicieron fue adorar por medio de un ídolo, un intermediario. Sin embargo Dios no requiere de intermediarios, porque es Él quien espera la adoración. No podemos creer que en la búsqueda de una adoración fiel la busquemos de esa manera. Dios no es honrado con ese tipo de prácticas, que lo único que buscan es desfigurar la imagen de Dios en la mente del hombre y en el hombre.

La advertencia de Dios para con Moisés es que el pueblo se corrompió en su adoración (Éxodo 32:6), esta observación es un claro argumento que debería hacernos pensar en el tipo de adoración para con Dios en la actualidad. Una adoración hecha desde el punto de vista humano; es una adoración que aparta al pueblo de los caminos de Dios y desfigura la redención, en este caso la liberación maravillosa por mano de Jehová (v.8). Por ello es que deberíamos estar atentos para no caer en el pecado de Israel, que costó la vida de muchos y gracias a la intercesión de Moisés, Dios continuó con ellos.

Moisés y la gloria de Dios
La intercesión de Moisés es un claro ejemplo del tipo de comunión que cada uno de nosotros podría tener con Dios. En su aproximación, busca cada vez una instancia más cercana e insistente. Dios había señalado que ya el pueblo no sería más ‘su pueblo’, sin embargo Moisés ‘logra’ como un símbolo de la obra intercesora de Cristo hacer que Jehová continúe con ellos. Entre las cosas que ‘trató’ Moisés con Dios, estaba el hecho que Dios enviaría su ángel (Éxodo 33:2), sin embargo Moisés buscó aún más y logró que la presencia de Dios continuara con ellos (v.14), no conforme con ello, insistió otra vez, entonces Dios determinó nuevamente hacer de ese pueblo, su pueblo y no levantar otro de la simiente de Moisés (v.17). Posiblemente un buen cristiano se quedaría bien hasta este punto, incluso, si tan solo el ángel nos acompañara, sería bueno, o mejor aún, la presencia de Dios. Pero Moisés, quería más.

La gloria de Dios
Cuando hablamos de la gloria de Dios, lo hacemos de esa virtud innata en Él. Es su característica distintiva, Él es glorioso, es santo. ¿Recuerda que Adán y Eva no usaban ropa, sino que una luz los protegía? Pablo señala que una vez que pecaron, fueron destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Ningún ser humano ha estado frente a la gloria de Dios sin una protección y ha vivido. Sin embargo Moisés pide ver su gloria (Éxodo 33:18), entonces Dios en su misericordia accede. Acá tenemos un ejemplo maravilloso sobre la real intención divina para con el hombre. Quien lo busca lo encuentra, esta es una constante. Es verdad que la iniciativa le pertenece, “ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44), señaló Jesús, sin embargo una vez que Él se ha acercado al penitente, éste debe insistentemente buscarlo en estudio de su Palabra y ferviente oración. Entonces tenemos un privilegio al permitirnos buscar a Dios en adoración permanente y de acuerdo a la experiencia de Moisés, -quien se quitó las sandalias primeramente-, llegó a experimentar a Dios en su vida como Dios quiere manifestarse en cada uno de sus hijos en la actualidad.

Dios utilizó una maravillosa ilustración, y que de paso presentó la manera por la que todo hijo suyo puede tener acceso a su gloria. El relato señala que Jehová hizo un lugar en la peña, donde puso a Moisés para que estuviera seguro y luego la presencia de Dios pasó frente a él y pudo ver su gloria (v.21,22).

Si consideramos a Cristo como la roca (1Corintios 10:4) que fue quebrantada, podemos comprender que refugiados en Él, también, al igual que Moisés, podremos ver la gloria de Dios y adorarle como Él espera.

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