martes, 8 de junio de 2010

Felicidad ¿Qué es?

Por Aarón A. Menares Pavez
Docente de la Universidad Adventista de Chile
http://aaronmenares.blogspot.com/

Recuerdo cuando iniciaba mi ministerio participábamos de grandes campañas evangelisticas y el primer tema se llamaba ‘Cómo ser feliz en un mundo angustiado’. Por supuesto que las personas se interesaban y asistían a escuchar la charla, supongo en búsqueda de alguna respuesta a la infelicidad y a la posibilidad de encontrar la felicidad plena. Hoy por hoy, las personas buscan de igual manera la felicidad. Las naciones lo hacen, los organismos internacionales también.

La búsqueda de la felicidad es realizada incansablemente por jóvenes, adultos y ancianos. Pasamos toda la vida buscándola. He conocido personas que están convencidos que jamás serán felices, sus circunstancias y realidad los aterrizan a pensar que nunca podrán decir categóricamente: ‘Soy feliz’. Ante esto nos preguntamos: ¿Qué es la felicidad? Para los enamorados es estar con la persona amada, para un niño es estar en la seguridad de su madre o su padre. Los seres humanos fuimos creados en un estado de plena felicidad, esa felicidad no tiene parangón con nada que podamos imaginar, porque nuestra visión de felicidad está contaminada con el pecado. La dicha idílica, por ejemplo de la vida en el campo, llena de paz y armonía, puede desvirtuarse con la enfermedad y la muerte. La felicidad se ha intentado explicar de distintas maneras, ha sido motivo de muchas películas, novelas, poemas, y literatura tanto seria como de crecimiento personal.

Por otro lado el hombre busca incansablemente salidas y soluciones para encontrar la felicidad. Hay muchas teorías y estrategias de crecimiento personal que conducen supuestamente a la plenitud, sin embargo no pasan más allá de ser un intento humano e imperfecto.

¿Qué es la felicidad?
La felicidad es un estado de ánimo al que se espera llegar. Se cree que estos estados son pequeños momentos que permiten disfrutar la vida y que esos estados de ánimo conducen a la felicidad. ¿Se llega a la felicidad? Es posible que muchas personas esperan llegar a ser felices, pero ¿lograrán ser felices? Las respuestas estarán condicionadas a lo que somos en sí y no a lo que tenemos. Generalmente las personas asocian la felicidad a lo que tienen, posiblemente como el hombre que acumuló y acumuló en su granero, se llevó toda su vida en ello y finalmente murió (Lucas 12:20), ¿eso es felicidad? ¡No!, definitivamente no. Muchos creen que la felicidad está por ejemplo, en las cosas que se puedan conseguir, sin embargo he conocido personas que lo tienen todo, pero, son infelices. La felicidad entonces no tiene que ver con lo que tenemos.

La felicidad tiene que ver más con lo que somos y el tipo de vida que deseamos llevar. Regresando a la Biblia y al estado de perfección que Dios creó al hombre, asumimos que allí el hombre era plenamente feliz, pero, que luego del pecado esa felicidad se distanció a raíz del quiebre con Dios. El posterior estado –pecaminoso-, trajo la desesperanza y por cierto, la muerte. La infelicidad por lo tanto no es un estado normal, sino que es un resultado más del pecado.

Aceptación
Personalmente creo en la felicidad. Creo que los humanos podemos ser felices, no me parece que sea una utopía romántica. Se nos ha vendido que las personas no pueden cambiar su ‘destino’, sin embargo tenemos argumento bíblico para señalar lo contario. Pensemos en el peor de los destinos que el hombre se forjó: el pecado.

Asumir nuestra necesidad nos hace encontrar soluciones. El pecado, por ejemplo, tiene solución. Cristo dio su vida para rescatarnos, salvarnos y brindarnos esperanza y capacitación para enfrentar los embates de la vida diaria. La esperanza de quien confía en Dios, se ve fortalecida en la medida que depende y su comunión con Él crece. Esta es la mejor manera de encontrar la felicidad, quien deposita su confianza en Dios, es feliz. Así como al asumir nuestra realidad en el sentido espiritual nos hace mirar la solución en Cristo, también los problemas, que no podemos evitar pueden ser enfrentados. Conocí a un parapléjico, este muchacho había recibido un balazo en su columna y lo había dejado así. Sin embargo cuando lo visité, salí fortalecido, porque este joven no solo asumía su inmensa limitación, sino que se esperanzaba en la promesa de la segunda venida de Cristo; cuando recobraría su cuerpo.

Muchas personas no son felices, porque no aceptan las circunstancias que los rodean. En este contexto quienes sufren de depresión pueden levantar la mirada una vez que asuman las limitantes que impiden la plena felicidad. Sobre la depresión se pueden identificar más de una. El asunto es que hay un tipo de depresión que necesariamente debe ser tratada por médicos y elementos químicos para neutralizar el desequilibrio que trae las negativas consecuencias. No se olvide que vivimos en un estado pecaminoso y que Dios también se vale de médicos y tratamientos en base a remedios. Por otro lado está la depresión que puede provocar la pérdida de un ser amado, la humillación, la pérdida de un trabajo, etc. Regresando a la historia de aquel joven parapléjico, podemos señalar que para enfrentar un problema hay que asumirlo. Ese muchacho no podía hacer nada para cambiar sus circunstancias físicas. De la mima manera, hay muchas cosas que no se pueden evitar ni cambiar. Entonces aquellas cosas que no podemos cambiar, habrá que asumirlas y entregárselas al Señor, y a partir de allí replantearse la vida. Esto nos dará descanso y felicidad.

Esperanza y un sueño
Quienes viven, saben que lo están, eso dijo Salomón (Eclesiastés 9:5), esto es más que decir que los muertos nada saben. El asunto es que los que viven, sueñan y tienen esperanza. A pesar de sus limitaciones, que han reconocido, creen que Dios actúa en sus vidas y que aunque las circunstancias sean negativas, tienen la esperanza que algún día Él hará algo; aunque ese día sea el de la resurrección. El apóstol Pedro nos presenta palabras llenas de esperanza y felicidad, “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1Pedro 5:7), y continúa advirtiendo que el adversario, el diablo está como león rugiente buscando a quien devorar (v.8). Siempre he pensado en este texto, el león busca a su presa y las débiles son más fáciles. Los que están heridos son presa fácil, están disponibles para ser devorados por el león. Así el diablo busca los heridos, los tristes, los desanimados, son presa fácil; no son felices, no confían en el brazo Todopoderoso de Dios.

Siempre gozosos
“Estad siempre gozosos” (1Tesalonicenses 5:16). Esta declaración aparece como un imperativo, no es una opción, los cristianos estamos siempre gozosos. En ninguna parte de la Biblia se señala que todos los problemas en este mundo se acabarán, a diferencia de la teología de la prosperidad, la enseñanza bíblica es que podemos enfrentar problemas y dificultades, pero, la manera como enfrentaremos esas dificultades hará la diferencia. A los que aman al Señor ‘todas’ las cosas les ayudan a bien (Romanos 8:28), no solo las buenas. La expectativa que tiene un cristiano, difiere del que no conoce a Dios. Pablo conocía muy bien las aflicciones y la desesperanza, sin embargo recomendó estar siempre gozosos ¡cómo! Sólo porque Jesús hace la diferencia.

Mejor vida
Tener una mirada de confianza y depositar la vida en la seguridad de Jesús, produce felicidad. No se olvide, la felicidad está relacionada con esto. La felicidad no es el fin de una novela. La novela de noventa capítulos presenta sólo veinte a treinta minutos de felicidad para sus protagonistas; que son los del último capítulo. Nuestra vida no es como las novelas, es de verdad. Dios puede tomar el control de su vida y de esta manera todo tendrá sentido.

La felicidad es posible en la medida que nuestra confianza está en Él. No podemos evitar la tristeza, el dolor, la frustración y la desesperanza, pero sí podemos evitar la infelicidad. Habrá que hacer un autoanálisis de la realidad y de las limitaciones que impiden una plena alegría. Pero, cuando éstas sean asumidas, podremos levantar la mirada y recobrar fuerzas; cómo las águilas, tendremos nuevas fuerzas, correremos y avanzaremos con la certeza que aunque todo fracase en este mundo (Isaías 40:29-31), nuestra mirada estará en la esperanza de sus promesas y de esa manera disfrutaremos la felicidad plena, de la mano de Jesús.

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