jueves, 22 de abril de 2010

Agua de Vida

Agua de vida
Por Aarón A. Menares Pavez ©
Docente de la Universidad Adventista de Chile
http://aaronmenares.blogspot.com/



No es casualidad que nuestro cuerpo y nuestro planeta, estén compuestos por una gran y significativa cantidad de agua. El agua aparece en la semana de la creación y tampoco es casual este detalle; por cierto, el agua es un elemento indispensable para la vida, sea esta humana, animal o vegetal.



La Biblia habla sobre el agua. Lo hace con distintos propósitos y virtudes. El agua cobra tremendo sentido en lo que respecta a la higiene, a la limpieza y la sanidad. Estos tres conceptos están relacionados y también constituyen un simbolismo espiritual, porque necesitamos los pecadores que esta acción sea realizada por fe. Tanto la limpieza como la sanidad espiritual son necesarias para la rehabilitación espiritual.



Entonces, no es una exageración cuando el simbolismo toma lugar para entregarnos esperanza, paz y reconciliación.



También es necesario recordar la relación que existe entre la vida física y la espiritual. Por supuesto que no estoy hablando bajo un concepto dualista, sino que holístico. No necesitamos una vida saludable porque somos parte de Dios, porque decir eso estaría total y absolutamente contrario a la Palabra de Dios. Buscamos una vida saludable para que de esa manera podamos tener una mejor y más expedita comunicación con Dios, quien sostiene nuestros cuerpos.



Necesidad de agua
Posiblemente ha sentido sed, es una sensación demasiado desagradable, sobre todo cuando estamos cansados y deshidratados. Normalmente cuando estamos en esa condición necesitamos sales que se pierden por la transpiración. La falta excesiva de líquido en el cuerpo puede producir incluso la muerte. Cuando tenemos sed, experimentamos sequedad, agotamiento, y otras reacciones físicas negativas. El ser humano necesita el agua, porque sin ella no puede vivir.



Por otro lado el agua debe tener ciertas condiciones para ser bebida y esta sea saludable para el cuerpo. Existe agua contaminada con minerales y otros elementos que hacen de ella un verdadero veneno para el organismo y que por lo tanto requiere pasar por un sistema de purificación. Cuando hablamos de agua, hoy entendemos que debe ser potable e incluso con elementos desinfectantes como el cloro.



En definitiva, necesitamos el agua para vivir. Toda criatura la requiere. Por esta razón es que el simbolismo del agua es clarificador a la hora de comprender lo que Dios quiere hacer a favor de sus hijos.



Símbolo de bendición
Con frecuencia el agua el agua es un símbolo de bendición divina y refrigerio espiritual (Sal 23:2; Is 32:2; 35:6,7; 41:18). Anhelarla indica necesidad espiritual (Sal 42:1; 63:1; Amos 8:11).



En la visión de Ezequiel de la casa de Dios (47: 1-11), las aguas que salían de debajo del umbral representaban un ilimitado fluir de las bendiciones del Señor sobre su pueblo (Zac 14:8). El profeta Ezequiel describe a Jehová como ‘fuente de agua viva’ (2:13; 17:13), esta frase tiene eco en Juan cuando se refiere al Espíritu Santo (Jn 7:38).



En el Nuevo Testamento el agua se relaciona con la vida eterna, como la bendición suprema dada por Dios (Jn 4:14; Ap 7: 17; 21:6; 22:1,17). En tanto en Efesios 5:26; Hebreos 10:22, la idea central es el bautismo y el perdón de los pecados.



Lávate
La historia del ciego de nacimiento es una linda ilustración sobre como Dios quiere y puede actuar en la vida de los creyentes. En primer lugar existía una gran necesidad en ese hombre, jamás había visto, ni siquiera sabía lo que era una sombra. Para ser considerado ciego, no necesariamente es ciego total que no ve nada. En algunos lugares con el 75% de pérdida de visión es considerada ciega una persona. El hecho es que no ver es un gran problema, un triste problema, aunque debemos señalar que hoy en día los que padecen ese problema físico, se reinsertan en la sociedad sin muchos problemas. Sin embargo este no era el caso del ciego que relata Juan 9, que enfrentó no solo su miseria física, sino que la indiferencia y el desprecio religioso, él se sentía sin derecho a la misericordia por ser azotado por Dios.



El milagro de Jesús es parecido a lo que ocurrió en la primera semana de la creación. El Señor toma barro y unta los ojos del ciego. La orden del Señor fue clarísima: “Vé a lavarte… fue entonces, y se lavó, y regresó viendo” (Jn9:7).



El hecho fue presenciado por muchos, tanto así que este evento llegó a ser un motivo de contradicciones. Estaban los discípulos, quienes a su vez fueron beneficiados también con este milagro, al ver el poder sobrenatural de Jesús. El hombre fue al estanque, se lavó, y por primera vez en su vida vio. Según el relato, no reconoció a Jesús hasta después cuando la necesidad espiritual fue satisfecha por completa en ese hombre.



Un don celestial
Así como el hombre ciego de nacimiento, existen muchos que están ciegos pero espiritualmente. La ceguera espiritual es más que común. Puede verificarse en la vida de muchos, tanto creyente como no creyente. Incluso en las iglesias hay dudosos que no han permitido a Dios realizar una obra sobrenatural de limpieza y purificación.



Así como el símbolo, es en realidad. La oferta es total, completa, no le falta nada, no requiere adicional. Es una oferta saludable, disponible para todos, no hay restricciones. Jesús le dijo a la mujer samaritana que si bebía del agua de la vida, no volvería a tener más sed (Jn 4:14).



El agua puede bien cumplir dos propósitos prácticos en nuestras vidas. En primer lugar proporciona limpieza, que es indispensable para la vida diaria, pero también puede producir descanso. Tanto el agua fresca en un día caluroso, como el agua tibia en un día frio, traen placer y descanso. Estos dos elementos son una oferta de Cristo para sus hijos. Limpieza (Is 1:16,18) y descanso (Mt 11:28).



“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap 22:17).

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