Equipos de trabajo en
la evangelización
Por Aarón A. Menares
Pavez ©
La iglesia necesita y requiere
una organización básica para cumplir con la misión de Dios. Efectivamente la iglesia está organizada
desde su estructura más básica como la iglesia local, hasta la Asociación
General. Sin embargo se hace necesario
que en su organización más básica, exista organización y planificación que
considere sus propias espectativas.
La iglesia local
La iglesia local, es vista por
muchos como una instancia que carece de empoderamiento, sin embargo piense en
lo que sería la iglesia mundial sin la iglesia local. Toda la estrategia y planificación de la
iglesia mundial, tiene su base en la iglesia local. Allí quien cumple con la mayor responsabilidad
es el líder local, de quien el pastor en buena manera depende para cumplir los
objetivos trazados. A todas luces la Iglesia mundial no podría cumplir sus
objetivos misionales, sin considerar la iglesia y el liderazgo local.
Una iglesia tiene que considerar
que debe crecer, no podemos pensar en una congregación que se mantenga
estática. En muchas ocasiones he
escuchado que necesitamos tener un tiempo para que los que están en la iglesia
se mantengan, sin embargo esto no sería cumplir con la indicación de Cristo,
porque esa indicación incluye el crecimiento en nuevos conversos. Por lo tanto nos atrevemos a señalar que una
iglesia que no incluye crecimiento en bautismos, es una iglesia enferma y
requiere con urgencia una intervención para avanzar en este importante
crecimiento. Por otro lado tampoco es
equilibrado que la iglesia sólo se dedique a bautizar, porque así no consideraría
las otras facetas de la gran comisión.
Como se ha señalado, cada
integrante del cuerpo de Cristo cumple un importante rol en la
evangelización. Posiblemente se crea que
la evangelización es responsabilidad de algunos en la iglesia, como el pastor,
algunos ancianos o el equipo misionero, pero de acuerdo a la Biblia esto no es
así, la responsabilidad es de todos.
Somos todos los que pertenecemos al cuerpo de Cristo los responsables en
compartir las buenas nuevas de salvación a personas no creyentes. Es por tanto un deber de todo miembro de
iglesia cumplirlo. Por ello es que Elena
White señala que cada discípulo nace en el cielo como un misionero (Servicio
cristiano, 14), no nos involucramos en
la iglesia, sin hacerlo con la misión de Dios.
Porque Dios nos llama para ser parte de ella.
Organización
Para alcanzar metas de
crecimiento, necesitamos que nuestras congregaciones se organicen
adecuadamente. Esa organización debería incluir objetivos, metas, presupuestos
y un cronograma de actividades que sirva de una ruta para toda la iglesia. Para que esta ruta pueda ser cumplida
adecuadamente por todos, debe existir una buena comunicación, con tal que todos
los actores sepan que es lo que deben hacer. Esta planificación idealmente
debería considerar varios años, posiblemente podríamos guiarnos con la
estrategia macro que los campos tienen para cuatro o cinco años.
Por otro lado para que todos
puedan cumplir su responsabilidad, necesitamos capacitar. Esta capacitación debe ser realizada en
función de las responsabilidades que a cada quien le toca. Los líderes necesitan conocer su radio de
influencia y acción. Es necesario que
los que tienen responsabilidades desde las más simple hasta las más elevadas
sepan como cumplirlas y como ser parte de un todo.
El cuerpo en acción
Pablo utiliza la figura del
cuerpo para referirse a la iglesia. Es una
excelente forma de ejemplificarnos sobre cómo trabajar en comunidad con un solo
objetivo. En este contexto también se
debe considerar los dones espirituales, que son regalos del Espíritu Santo
dados a los discípulos con el fin de fortalecer la iglesia y el avance de la
obra de Cristo. El apóstol señala que
los dones son para ‘perfeccionar a los santos’, para llegar a la ‘unidad de la
fe y del conocimiento del Hijo de Dios’, para brindar solides doctrinaria y
edificar en amor (Efesios 4:15,16).
Estas virtudes deben acompañar el
trabajo sólido y armonioso del cuerpo. Quisiera
destacar dos elementos importantes para alcanzar los objetivos, el primero es
la unidad y el segundo es servicio altruista a favor de la misión de Cristo.
Unidad. La unidad es y ha sido siempre un importante valor que
Satanás ha intentado destruir desde que introdujo el pecado en este planeta. Causar
disensión, división, una desvaluación del liderazgo y otros aspectos que
dividen son muy comunes en las organizaciones sociales, y por lo tanto la
iglesia también es vulnerada. Esto se
debe a varias razones, una de ella podría ser el ansia de poder, que sería una
mala interpretación del liderazgo espiritual.
Otra razón es la no aplicación del principio de relacionamiento dejado
por el Señor en Mateo 18, si esta estrategia fuese aplicada, posiblemente no
tendríamos problemas de relacionamiento en medio de nuestras
congregaciones. Finalmente, y sin lugar
a dudas es la falta de espiritualidad, que impide poder ver lo positivo en el
otro y lo negativo en nosotros. Por ello
entonces, muchas congregaciones no crecen a causa de sus divisiones.
Servicio altruista. El altruismo
es un servicio desinteresado por otros, en este caso por la causa de
Cristo. Es verdad que la plataforma en
el liderazgo pueda parecer muy atractiva para alcanzar un posicionamiento
importante por sobre los demás. Siendo
esto una realidad que no necesariamente tenga que ser negativa, puede sí,
llegar a serlo, si no se toma el liderazgo adecuadamente. La lucha por el poder puede causar tanto daño
en el relacionamiento que difícilmente el poder del Espíritu Santo hará lo que
deba hacer en la iglesia.
Los creyentes ofrecen su vida y
dones que recibieron como regalo a favor del avance de la misión de Dios y no
para fines personales y de posicionamiento individual. Satanás también utiliza esta plataforma para
desviarnos del sentido que Dios desea para su pueblo, no se olvide como
actuaron algunos de los discípulos al respecto antes de la muerte y
resurrección de Cristo.
Iglesia que avanza
Si esperamos que nuestra
congregación local pueda avanzar y de esa manera podamos presenciar milagros de
conversión, entonces necesariamente debemos estar en la manera adecuada. Esta manera adecuada incluye una
planificación estratégica en la que todos podamos ser parte, es verdad no todos
predican, tampoco todos dan estudios bíblicos o cantan, pero todos
participamos. Todos podemos ser
utilizados por el poder del Espíritu Santo y aportar al avance de la obra de
Cristo. No debemos olvidar que el
importante es Él y no nosotros, esta mirada puede brindarnos éxitos inimaginables
porque es Él el único capaz de convertir corazones duros.
Nuestro gran objetivo como
iglesia es prepararnos para el encuentro con Jesús. En ese camino predicamos, evangelizamos,
bautizamos y discipulamos. En ese camino
logramos con la ayuda divina un crecimiento armonioso; sano en todas las áreas
eclesiásticas y nos gozamos en la manera como Dios nos conduce, para que pronto
todos juntos podamos ver a Jesús
regresar por segunda vez.
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